Y esta mañana mientras me ponia los zapatos, me miraba la cunita con su osito, vacia, pensando que dentro de nada estará llena, y no me hago a la idea.
O si.
No es que seamos unos irresponsables, pero actualmente vivimos, o hemos vivido con la alegría y despreocupación de quien no se tiene que preocupar más que por uno mismo. Lavadoras que se ponen cuando a una le viene en gana, trastos sin recoger (somos desordenados), la nevera medio vacia (y no es que sea negativa, es lo que hay), entrar y salir cuando uno quiere. La despreocupación propia de las parejas sin hijos.
Y que conste que hemos salido hasta el aburrimiento, hemos cenado y comido fuera todo lo que hemos querido, hemos viajado y disfrutado de vacaciones (siempre dentro de nuestras posibilidades, claro), salido de marcha, y en fin, todas esas cosas que se supone que ahora no podrémos hacer, o haremos en menor medida. Y tampoco creo que vayamos a echar mucho de menos muchas de ellas, precisamente por haberlas hecho en cantidad y a su debido tiempo, excepto la de viajar, que creo que de eso nunca hay suficiente.
Vamos, que estamos preparados para no salir, no cenar fuera, no ir al cine, no salir de fiesta, y a que nuestro tiempo ocioso esté condicionado por el pequeño. No será ese mi problema.
Pero la cuna del osito vacía que pronto estará llena me recordaba la responsabilidad de su cuidado, alimentación, educación, el cambio radical de estilo de vida, los horarios condicionados, sobre todo, que la cuna estará llena, y no vacía, con un bebé del que aún no me hago a la idea, por mucho que ahora me esté pateando la barriga.
Sigue pareciendome increible lo que va a salir, el medio miki mezclado com media di.
No hay comentarios:
Publicar un comentario