Anochece enseguida y da pereza. Hace frio, y en la piscina más. La cuota bien que la suben, puntualmente cada 1 de Enero, pero la temperatura del agua no. Y que no me digan que está a 30 grados y que es la adecuada, porque lo es para nadar, pero no para hacer aquababy.
También lidiamos con mocos y constipados que ocasionalmente nos fastidian la clase semanal, y alguna que otra pierna sin depilar que ha sido afeitada a doscientos por hora cuando el día de clase, antes de salir de casa, digo aquello de:
"¡¡Dios mio, y yo con estos pelos!!"
Pero no los de la cabeza, no.
Y también lidiamos con las pataletas del crio, al que no le gustan los tios con barba (el profe), las patatitas amarillas (o pajitas, o palitos, o como se llame a esas cosas largas como churros que flotan en el agua), ni que le pongan boca arriba haciendo el muerto.
Pero ahí seguimos. Entre otras cosas porque madre es cabezota, y porque además le gusta mucho el agua. A la madre. O sea. A mi. Y al niño también a pesar de algunos lloros, que cambián según la siesta que haya hecho.
Desde hace un tiempo me rondaba la idea de cambiar al niño de horario y pasarle a la clase siguiente, para que pueda dormir algo más de siesta. Pero de las tres clases que empezaron inicialmente (17.00 - 17.30 y 18.00) con sus cuatro o cinco niños en cada una, ya solo queda la clase de las 17, con solo dos nenes en el agua. El mio y el de otra mamá intrépida. Esperemos no solo que esta mamá no se borre, sino que se apunte alguna más, no sea cosa que nos suspendan la natación, y después de haber aguantado durante el invierno, cuando más jode, pues me sentaría muy mal.
Ayer mientras pagaba el mes, me decía la monitora que hacía muy bien en seguir, que le estaba haciendo mucho bien al niño. "No sabes cuanto bien le estás haciendo" por no se que motivos variós que no atendí a escuchar mientras intentaba guardar el dinero en la cartera y vigilaba que el crio se zampase sin atragantarse un trozo de bollo. Y la verdad es que me gustó que me lo dijera. No se si será verdad o mentira, pero me gusto que me digan que este rato de chapoteo sirve para algo más que para divertimento materno (y del hijo).
Que ya que estámos, que sirva para cosas varias. Que también hay días en los que me da pereza. No os penseis.
Así que puestos a buscar los beneficios de la matronatación que no fuí capaz de escuchar de la monitora, pues los busco yo en san Google, que para eso está:
- Desarrollo psicomotor: El bebé que aún no camina encuentra en el agua la posibilidad de moverse tridimensionalmente, siendo mucho mayor la libertad y continuidad de movimientos. A muy temprana edad comienzan a tener nociones de desplazamiento y distancia de una gran riqueza y sensibilidad, lo que redundará en una mayor coordinación motriz.
- Fortalecimiento del sistema cardiorrespiratorio: La natación fortalece el corazón y los pulmones. Debido al trabajo respiratorio que se realiza en el agua se aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la sangre.
- Ayuda al sistema inmunológico.
- La práctica de la natación incrementa el apetito y mejora la movilidad intestinal.
- Niños y bebés, incluso los más moviditos o hiperactivos, se relajan y duermen mejor tras disfrutar de unas horas en la piscina.
- Aumenta el coeficiente intelectual: Está demostrado que los bebés que han hecho natación en los 2 primeros años de vida desarrollan una percepción mayor del mundo que los rodea, con lo que ya están aprendiendo a ser más creativos y observadores. El agua estimula la capacidad de juego del niño y este hecho repercutirá muy positivamente en aprendizajes futuros.
- Mejora y fortalece la relación afectiva y cognitiva entre bebé-mamá-papá: La realización de un programa acuático para un bebé le llevará, junto con sus papás a compartir situaciones ricas y profundas que no sucederán de otra forma pues se van a juntar las reacciones innatas e instintivas del bebé con las propias vivencias que genera la práctica de la natación, que sin duda ayudaran al conocimiento mutuo, alimentando el amor y orgullo de mamá y papá.
- Inicia la socialización sin traumas en un ambiente lúdico y recreativo: Desarrollándose como personas y su entorno de una forma natural. La convivencia en la piscina con otros niños le ayudarán a relacionarse mejor, además de que aprenderá a compartir y realizar actividades junto a otras personas. El niño adquiere mas confianza para comunicarse y desarrollarse en grupo, ya que estará en constante contacto con instructores y niños.
- Desarrolla las habilidades vitales de supervivencia. Un ejemplo de ello es el aprender a girarse sobre su espalda y flotar ante una caída al agua.
- Ayuda al bebé a relajarse.
- Ayuda al bebé a sentirse más seguro.
Pero bueno, le seguiremos llevando, porque nos gusta, nos divierte (quitando lo del churro), empieza a hacer algo de actividad física, aprenderá a nadar (supongo), y porque me parece una oportunidad distinta de ver más mundo,y de relaccionarse dentro de sus limitaciones.