Veo mejor que antes. Aunque quizás me convendría seguir viendo como antes.

La ventaja de tener un costillo quejica y remugón es que consigue que mi parte condescendiente complaciente optimista que todo lo ve con demasiados buenos ojos, salga de sus mundos de Yupi y acabe viendo las cosas como son.

Así que donde antes veía a un pediatra super majo majisimo amabilisimo, ahora veo a un profesional que sigue siendo igual de bueno, pero que de tan amabilisimo que es, ya "fa oi". Para las que no parlen mallorqui: "da asquito". No es necesario que finja que se acuerda de la última vez que vio al crio, porque no se acuerda. A mi me la sopla que se acuerde o no del crio. Asumo que si le ve una vez cada tres meses, es normal que no se acuerde, y no me voy a enfadar por ello. Me parece lógico. Lo que me "fa oi" es que intente que me crea que se acuerda de nosotros y nos salude como si fueramos sus primos. Me parece tonto mentir si no hace falta. Y si entiende que con esa mentirijilla nosotros nos quedamos más contentos, "idò entonses" nos toma por tontas. Y parecerlo lo parecemos, pero no lo semos.

Y donde antes veía a otro profesional super guay, super bueno, super profesional, que erá mi ginecólogo, pues ahora veo al mismo profesional igual de profesional que antes. Pero yo cada vez que voy al ginecólogo me quedo con una sensación parecida a la de un "medicus interruptus". Que te deje en el potro a medio vestir y salga corriendo a atender a la siguiente mientras a ti te deja además de medio en bolas, con la palabra en la boca, no tiene precio. Y que consté que no soy plasta ni preguntona. Será muy bueno, y muy jefe de servicio, y muy todo lo que tu quieras, pero me estoy planteando cambiar de ginecólogo.

Ummmm.........Un poquito de po favó.